La cinta blanca

Una puritana aldea alemana en 1913 y una serie de desgracias de misteriosa autoría. Esta podría ser una buena frase para introducir la sinopsis de un metraje de terror. Nada más lejos de la realidad: prácticamente de eso trata esta película de Michael Haneke, la cual, sin dar ningún susto, presenta una reflexión sobre la maldad humana que durante su visionado te arranca más de un escalofrío.

Utiliza el blanco y negro para contraponer la blanca e impoluta apariencia que intenta transmitir el pueblo, frente a la oscura, sórdida y corrupta atmósfera que está presente en las intimidades familiares de cada personaje. El blanco se satura y se corrompe en una atmósfera fuertemente marcada por la religión, todo es sermón y censura. Los niños son reprimidos por la falta de sus mayores y estos aprenden e imitan esas conductas, convirtiendo a las ovejas que salen del redil en víctimas del castigo ritual.

Puede que no sea un film de fácil visionado para cualquier espectador. Pero si eres fan de Haneke y aún no la has visto, o si solo conoces al director por Funny Games (1997) y la disfrutaste como un renacuajo, creo que no te defraudará.