Arañas antiguas
Transcripción de un sueño esotérico
Voy a transcribir un sueño que tuve la noche del 22 de octubre de 2018. Aunque últimamente no consigo acordarme de mis sueños, me gusta escribir los pocos que recuerdo en una suerte de diario, y como este me resultó especialmente teatral, me parece lo suficientemente interesante como para presentarlo aquí. Antes de proceder a la narración debo hacer notar que en el diario, al comienzo de la transcripción, hay una nota que indica que la narración está desordenada, sea lo que sea lo que quiera decir eso.
«Se presentan ante mí un conjunto de cajas negras. Unas manos sin rostro definido me las van mostrando una por una. Yo permanezco inmóvil, sentado frente la misteriosa figura que me presenta los macabros objetos. Cuando acaba de enseñarme todas las cajas por fuera se dispone a abrir la primera.
El interior de las cajas es de una tela blanca y acolchada, como si se tratase de una cama. A medida que se va abriendo, observo con auténtico pavor su horripilante contenido. En su interior veo un conjunto de negras arañas de diferentes tamaños que se mantienen inmóviles, posadas sobre la sedosa tela blanca. Una vez abierta por completo, la figura que me muestra la caja, va acercándola hacia mí lentamente, y yo empiezo a sudar frío. Pero da igual el enorme horror que me invade, no me puedo mover, algo me retiene en el asiento a pesar de no ver ni notar ninguna sujeción física —estoy petrificado por el miedo—.
Cuando la caja ya está lo suficientemente cerca de mí con su espantoso contenido a la vista, las arañas empiezan a reanimarse lentamente, huyendo hacia los bordes. Y antes de que las más espabiladas intenten saltar fuera del receptáculo que las mantenía en pausa, la figura con rostro difuso cierra la tapa de golpe ante mis narices y susurra —Estas cajas son antiguas, muy antiguas, tan antiguas que los humanos habían olvidado su existencia. Su contenido es tan antiguo como las cajas, pero ya ves, a pesar de lo increíble que parezca, ellas aún están vivas—.
En ese instante la figura abre una segunda, y el proceso se repite exactamente como el anterior, a excepción de mi miedo, el cual aumentaba con cada caja abierta. El proceso se repitió como el primero hasta llegar a la última, cuando —justo antes de cerrarse— una de las arañas consigue escabullirse por el borde de la caja y cae sobre mis piernas.»
En ese momento mi terror es tal que no puedo soportarlo y me despierto. Me gusta pensar que si hubiera conseguido seguir durmiendo me hubiera desmayado en sueños. O ¿quién sabe?, igual la esotérica araña causaba en mí una reacción digna de un relato de H.P. Lovecraft, nunca lo sabremos, y prefiero no repetirlo.
Dicho todo esto, os deseo, queridos lectores, que paséis una buena noche, y que tengáis dulces sueños.